Una anécdota de la peña caucense Plátano Balú
Era el primer día de las fiestas de agosto del año 1992, cuando algunos intrépidos miembros de la peña caucense Plátano Balú decidieron realizar un tour turístico por los mejores bares de la localidad ―o sea, todos―, a lomos de un flamante Seat 600 descapotable de color indefinido.
Todos ellos eran ―y son― padres casados, con esposas y niños pequeños que les estuvieron esperando muy pacientemente hasta bien finalizado el día. En cada parada que hacían, iban reponiendo la energía con bebidas espirituosas mezcladas en cubalibres, uniéndose a ellos en su recorrido, la Orquesta Caucense.
Nos consta que al finalizar el día ―eran las 12 de la noche―, estos maridos fiesteros tuvieron que vérselas con cada una de sus esposas, por haberse ausentado más horas de lo esperado.
En la imagen: pasando por la Plaza Mayor, delante del edificio de la Casa de Villa y Tierra de Coca.
Fragmento de una entrevista realizada a Felipe Herrero Cerro, dentro de un estudio para un proyecto de Etnografía y Patrimonio Inmaterial, a la búsqueda de peñas festivas de Castilla y León.
Fotografía cortesía: Jesús Sastre Merino