En recuerdo a Ángel Aceves de Frutos
Maribel Egido Carrasco
A lo largo de nuestra existencia conocemos a muchas personas con las que establecemos relaciones de muchos tipos: afectivas, amistosas, de reconocimiento, de indiferencia, incluso y lamentablemente, de animadversión.
Solo algunas provocan en nosotros admiración por su categoría personal, además de cariño, ese es mi caso cuando pienso en Ángel Aceves. A pesar de las difíciles circunstancias que siempre rodearon su vida, él comunicaba tanta empatía, tanta calidez y cercanía en el trato, que era imposible no sentirte a gusto en su compañía.
Gran conversador y respetuoso con las ideas de los demás, era persona muy querida en su pueblo, Coca, donde todos conocían su bondad y generosidad con todo el mundo a quien pudiera echar una mano, dentro de sus posibilidades.
Recuerdo con cariño y nostalgia nuestras largas conversaciones en su taller sobre lo divino y lo humano, intercambiando opiniones, no siempre coincidentes, pero siempre enriquecedoras.
Hoy me llega la tristísima noticia de su fallecimiento, tras una larga y dolorosa etapa de empeoramiento de su ya quebrantada salud, y aunque las despedidas siempre son muy amargas cuando quieres a alguien, me queda el consuelo de su descanso al fin.
Adiós Ángel, querido amigo y vecino, siempre te recordaremos. Vuela libre, ya sin sufrimiento.