La fiesta de todos los santos
El mes de Noviembre comienza su andadura con la festividad que conocemos popularmente como “El día de los Santos”. Litúrgicamente la Iglesia rinde honor el primer día de éste mes a todos esos santos, a veces anónimos, que han vivido a lo largo de la Historia.
Pero, liturgias aparte, la costumbre popular relaciona ésta fecha con el recuerdo a los difuntos, a “aquellos que se fueron sin nunca deber irse”, como decía el escritor judío sefardita, Elías Canetti.
Todos nosotros, desgraciadamente, tenemos queridos ausentes que recordar, y esas visitas a los cementerios que pueden parecer solo una tradición superficial, tienen también un profundo significado de homenaje, de tributo de unas generaciones a otras, que va más allá de que se sea más o menos creyente, y que es una continuación de la costumbre que siempre ha tenido el ser humano de todas las épocas de honrar a sus muertos.
Los cementerios que durante el resto del año no suelen ser lugares muy visitados, se ven estos días extraordinariamente concurridos, y la gente se afana en limpiar las tumbas y adornarlas con flores, en un gesto simbólico de cariño y recuerdo.
Ese día, que es “fiesta de guardar”, la Misa, suele tener lugar a primera hora de la tarde en el Camposanto de Coca, se aplica por todos los difuntos de la Parroquia, y congrega a gran cantidad de asistentes.
Éste año el tiempo lluvioso y frío acompañará éstas visitas al Cementerio, siempre inevitablemente melancólicas.
Por éstas fechas era tradición, que ahora parece que se va perdiendo, la puesta en escena en los teatros españoles de la obra D. Juan Tenorio. Y puestos a recordar tradiciones no podemos olvidar los dulces típicos que acompañan siempre éstos días: los deliciosos buñuelos que, a sus habituales rellenos de crema y nata, han añadido últimamente otras variedades, como trufa o cabello de ángel. Y los Huesos de Santo, especie de canutillos de masa de mazapán rellenos con una crema. Incluso en estos últimos años, se ven en las pastelerías de nuestra capital, Segovia, los llamados “panellets”, dulce originario de Cataluña, aunque sin ninguna duda los más solicitados son los buñuelos de “toda la vida”.
Pero, liturgias aparte, la costumbre popular relaciona ésta fecha con el recuerdo a los difuntos, a “aquellos que se fueron sin nunca deber irse”, como decía el escritor judío sefardita, Elías Canetti.
Todos nosotros, desgraciadamente, tenemos queridos ausentes que recordar, y esas visitas a los cementerios que pueden parecer solo una tradición superficial, tienen también un profundo significado de homenaje, de tributo de unas generaciones a otras, que va más allá de que se sea más o menos creyente, y que es una continuación de la costumbre que siempre ha tenido el ser humano de todas las épocas de honrar a sus muertos.
Los cementerios que durante el resto del año no suelen ser lugares muy visitados, se ven estos días extraordinariamente concurridos, y la gente se afana en limpiar las tumbas y adornarlas con flores, en un gesto simbólico de cariño y recuerdo.
Ese día, que es “fiesta de guardar”, la Misa, suele tener lugar a primera hora de la tarde en el Camposanto de Coca, se aplica por todos los difuntos de la Parroquia, y congrega a gran cantidad de asistentes.
Éste año el tiempo lluvioso y frío acompañará éstas visitas al Cementerio, siempre inevitablemente melancólicas.
Por éstas fechas era tradición, que ahora parece que se va perdiendo, la puesta en escena en los teatros españoles de la obra D. Juan Tenorio. Y puestos a recordar tradiciones no podemos olvidar los dulces típicos que acompañan siempre éstos días: los deliciosos buñuelos que, a sus habituales rellenos de crema y nata, han añadido últimamente otras variedades, como trufa o cabello de ángel. Y los Huesos de Santo, especie de canutillos de masa de mazapán rellenos con una crema. Incluso en estos últimos años, se ven en las pastelerías de nuestra capital, Segovia, los llamados “panellets”, dulce originario de Cataluña, aunque sin ninguna duda los más solicitados son los buñuelos de “toda la vida”.